Tu navegador no soporta la etiqueta canvas de HTML5.

Ciclo de Precesión

Las Pirámides de Giza Teotihuacan, los templos de Angkor Wat en Camboya, los mapas de Piri Reis, Stonehenge, el increíble mensaje escrito en el desierto de Nazca, y sobre todo la pirámide de Kukulcán en Chichén Itzá.

Los arquitectos e ingenieros que levantaron esas ciudades poseían todos amplios conocimientos de astronomía y matemáticas, que superaban con facilidad la base de conocimiento que se tenía en aquella época.

 

Además, la localización de cada una de esas estructuras se estableció con gran esmero según el equinoccio y el solsticio, y, por increíble que parezca, guardando relación unas con otras, pues si se quisiera dividir la superficie de nuestro planeta empleando puntos de referencia nítidos, dichas esculturas completarían esa tarea.

 

Pero lo que no podemos ver es precisamente lo que une para siempre esas estructuras monolíticas unas con otras, pues guardan en su diseño una ecuación matemática común que demuestra que sus constructores contaban con un conocimiento avanzado, el conocimiento de la precesión.

Imagen de Ciclo de precesión
Imagen de Estudiando las constelaciones

En el año que dura la Tierra en viajar alrededor del Sol, la Tierra jira una vuelta sobre su eje cada 24 horas. Al rotar, la fuerza gravitatoria de la Luna lo obliga a inclinarse aproximadamente 23,5 grados respecto de la vertical. Si a ello le sumamos la atracción gravitatoria que ejerce el Sol sobre el abultamiento ecuatorial de la Tierra se obtiene un oscilación del eje de la misma similar al de una peonza. Dicha oscilación se denomina precesión.

 

Una vez cada veinticinco mil ochocientos años, el movimiento del eje dibuja una trayectoria circular en el cielo y cambia la posición de los polos celestes y de los equinoccios. Esta deriva gradual hacia el oeste es también la causa de que los signos del Zodiaco ya no se correspondan con sus respectivas constelaciones.

 

Al astrónomo y matemático griego Hiparlo se le atribuye el mérito de haber descubierto el movimiento de precesión en el año 127 a. C. Actualmente sabemos que los egipcios, los mayas y los hindúes entendieron el movimiento de precesión no cientos, si no miles de años antes. A principios de los 90, la arqueo-astrónoma Jane Seller descubrió que el mito de Osiris del antiguo Egipto se había empleado codificando números clave que utilizaban los egipcios para calcular los grados de la variación de la precesión de la Tierra.

Entre ellos destacaba un conjunto de dígitos en particular: 4320. ver más

Imagen de Constelaciones
Imagen de Obserbatorio astronomico maya